Mis Raíces


Si de algo me siento profundamente orgulloso, es de ser parte y pertenecer a esta tierra maravillosa en la que vi la luz por primera vez. Una aparente casualidad del destino trajo a mis padres, que vivían en ese momento una etapa importante y cumbre de sus vidas, a este país tropical que nos dio cobijo, alimento, trabajo, educación, satisfacciones, momentos alegres y también algunos que no lo fueron tanto, pero que aprendimos a amar, a cuidar y a respetar desde lo más profundo de nuestras almas.

Este país, mi país, me ha dado toda la formación que tengo hasta el día de hoy, me brindó la oportunidad de estudiar, de prepararme, de trabajar, de enfrentarme a las diferentes adversidades que le van ocurriendo a uno en el largo y muchas veces tortuoso camino de la vida, también en esta tierra llena de bondades tuve la oportunidad de amar una y otra vez, de decepcionarme y de volver a creer.

Mi agradecimiento será eterno en principio a mis padres, quienes siendo extranjeros, escogieron esta tierra para establecernos, crecer y dejar sus diferentes países atrás y lanzarse en una lucha encarnizada a conquistar sus sueños, sus anhelos y su esperanza de una vida buena, posible y mejor. Con todas las adversidades que se han atravesado y todos los obstáculos que hemos debido sortear, lo hemos logrado. A su manera, todos en el mundo, dondequiera que se encuentren, son felices. Coloquialmente hablando diríamos que “se cubren hasta donde la cobija les dé”, y esa es una verdad ineludible.

Mi madre, con su cuidado en las maneras, su elevada educación y valores inquebrantables nos enseñó que cuando las cosas se desean desde el corazón y se trabajan con pasión, se logran. Muchos son los ejemplos de esa entereza, fortaleza y terquedad a la hora de querer avanzar en la vida con dos grandes responsabilidades a su espalda, dejando sus prioridades personales de lado y anteponiendo lo que ella consideraba estaba primero que todo: Sus hijos. Eso tengo que agradecerlo profundamente porque dejó huellas indelebles en mi personalidad y en ese ser humano en que me he convertido hoy.

Mi padre también hizo lo suyo. Un hombre creativo, brillante e inteligente a pesar de no poseer grandes estudios, que se planteaba un reto nuevo cada día y hasta no verlo cristalizado, no lo dejaba de lado. Eso se sembró dentro de mi ser y es por ello que hoy en día cuando me planteo algo, no lo abandono hasta verlo hecho y materializado. Mi agradecimiento eterno a estos dos seres que me dieron la vida y que, por las circunstancias que sean, decidieron darme como CASA GRANDE esta patria a la que debo tanto.

Por eso, dondequiera que vaya y dondequiera que esté, destacaré eso que he aprendido aquí: a ser amigo, a aprender de cada pequeña experiencia de vida, a compartir mi conocimiento con quien desee recibirlo, a estrechar una mano con fuerza, a confiar en la palabra de otros, en que es mejor un plato de comida si se comparte con alguien, que los abrazos son gratuitos y que debe disponerse de ellos con mucha ligereza, alegría y desparpajo, que siempre se debe dar una segunda oportunidad y algo muy importante, que la GENTE CAMBIA: MEJORA (o empeora), MADURA (o no), AMA (u odia), DICE LA VERDAD (o miente), AVANZA (o retrocede) y que indistintamente de cómo sean se los debe RESPETAR COMO SON. No importa si no creen lo mismo que tu, o si su color de piel es distinto al tuyo, o si tienen ideologías distintas a la tuya, incluso si aman de forma diferente a la tuya. Merecen todas, el mismo trato.

La Venezuela en la que yo crecí, es la que tendré siempre en mi corazón y de la que siempre hablaré bien. No importa si en ella escasea algún producto, o si la política sigue luchando por dividirnos; lucho a diario y lo haré mientras el aliento de vida esté en mi por darle las mayores satisfacciones, por demostrar que con ganas y buena voluntad cualquier trabajo es divertido, que las vidas de muchos pueden cambiar con una simple sonrisa y que el ejemplo que das, es lo que perdura en el tiempo como un legado para la posteridad.

No me queda duda que son tus acciones las que quedan grabadas en el inconsciente de quienes te rodean, no importa si son positivas o negativas. De mi parte trato en lo posible de no dañar a nadie, siendo lo más justo posible. No siempre he acertado. Si a alguien herí, fue sin intención. No fueron grabados en mí ser pensamientos ni acciones perversas, ni sentimientos de rencor ni venganza. Me siento libre de ir adonde quiera sin temor alguno, con la certeza de que mis acciones han sido proporcionadas, comedidas y justas. La vida y el tiempo se encargarán de demostrarlo si me equivoqué. Y si en algún momento alguien se vio afectado por alguna acción mía, pido disculpas. Hay que entender que en el trabajo individual de cada persona, hay lecciones que se aprenden con rudeza.

Mi país maravilloso puede sentirse orgulloso del hijo que tiene (lo mismo que mis padres). He pedido permiso a mis ancestros para tratar de hacerlo diferente, para con mis acciones, mi personalidad y mi ejemplo de vida llenar de satisfacciones no sólo a mi familia, sino particularmente a mis padres y a este país maravilloso donde nací y del cual seré siempre embajador. Gracias.

Zadir Correa Vergara
Venezolano