JESUCRISTO SUPERESTRELLA - Versión Venezolana, la mejor de todas

Seguramente una de las piezas teatrales o musicales, como es este caso, más predecibles que se pueda disfrutar es Jesucristo Superestrella y digo predecible porque muy poca gente desconoce la historia del hijo de Dios en su calvario. En esta pieza original de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, estrenada en el año 1971, se narra, desde un punto de vista operístico, la travesía de Jesús en sus últimos días, desde Betania hasta la crucifixión.
Examinado desde ese punto de vista tan simplista, la obra parece poco atractiva. Lo cierto es que la misma se ha limitado a presentarse en muy pocos países del mundo justamente por lo controversial y polémico del tema. En su momento fue duramente criticada por grupos religiosos que la calificaban de “sacrílega” al mostrar sólo el lado humano de su personaje principal: Jesús, el llamado hijo de Dios.
Pero la verdad es definitivamente otra, cuando se está frente al escenario disfrutando del montaje, que valga la pena decirlo, ha venido experimentando cambios a lo largo de estos años, con versiones adaptadas a las distintas idiosincrasias de los países donde se ha presentado y variando además elementos de la escenografía, movimientos en la escena, coreografías y vestuario, entre otros.
Nuestra versión (la venezolana), sin petulancia alguna, no tiene nada que envidiar a las versiones que han surgido en otras partes del mundo… ni siquiera a la original. Vemos en escena a más de 40 actores, bailarines, músicos y cantantes que le dan vida a un verdadero espectáculo musical que definitivamente deja huella en los espectadores.
Dirigida por Michel Hausmann y ya en su segunda temporada, este espectáculo se crece cada vez más. Se puede observar la madurez de los actores, el crecimiento y mejor desenvolvimiento de los mismos personajes, pero ahora más conectados, más comprometidos, más limpios en sus ejecuciones lo que carga la obra de una superioridad, una supremacía extraordinaria imposible de imitar. Si bien es cierto que la escenografía es minimalista, ello no le resta absolutamente nada al espectáculo como tal.
Johnny Sigal, su protagonista, se pasea con absoluta comodidad por los últimos días de Jesús con tanta confianza y armonía que parece llenarse de una santidad que invade el escenario, imprimiéndole un aura limpia, pura, celestial al cantante que se puede apreciar incluso fuera del escenario. Su ejecución vocal es simplemente fantástica, segura y llena de una potencia y una fuerza que si Andrew Lloyd Webber pudiese ser testigo de ella, estaría de acuerdo con que es la mejor de todas sus versiones hasta hoy.
Karina por su lado, la María Magdalena de esta historia, con su voz aguda, tan parecida a la versión original, pero tan absolutamente personal y única, es capaz de levantar a los presentes de sus asientos gracias a su interpretación. Ella con su ángel, su carisma y su fuerza nos confirma que su talento no tiene límite y que su capacidad vocal y su ejecución actoral son realmente difíciles de superar. Bravo también por ella.
Luke Grande, el Judas de la historia de Andrew y Tim, que es, de hecho, quien lleva el hilo conductor de la pieza de principio a fin se supera en tamaño. Él, que es un actor avezado y experimentado de varias películas venezolanas, de algunas producciones dramáticas y que alguna vez experimentó con la música nos regala en el escenario a un “Judas” diferente, que incluso se deja querer a pesar de su traición. Un riesgo muy grande, que este no menos gigante nos ofrece y a quien el público agradece a través de los aplausos que desbordan al final.
Otros grandes se lucen en escena como Cayito Aponte, Armando Cabrera, Rolando Padilla, Gerardo Soto, José Pablo Álvarez, entre otros. En sus intervenciones dejan ver su fuerza y su capacidad profesional al trasladarnos musicalmente a un momento de la historia tan recordado y que a su vez muchos desean olvidar. Un momento que definitivamente marcó un antes y después en la historia de nuestra civilización: La Pasión y Muerte de Jesucristo.
Todos los demás integrantes del equipo, los productores del espectáculo, músicos, bailarines, orquesta sinfónica e incluso la dirección de prensa perfectamente orquestados para ofrecer un musical como pocos que seguro dará qué hablar a nivel internacional por la altura de sus protagonistas y la calidad del show como tal. Piezas como esa deberían ser parte permanente de la agenda cultural de una ciudad como la nuestra. Felicidades a todos!
Zadir Correa 

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