UNA VENGANZA TRAUMÁTICA

Nadie tiene claro el porqué, ni desde cuando, ni tampoco de qué clase es, mucho menos qué lo produjo, sencillamente para todo aquel que lo llega a conocer, aunque sea un poco, cae en cuenta de ipso facto que él tiene gravemente perturbadas sus facultades mentales y que todo apunta a que lo sabe muy bien.

Y no le importa.

Siempre fue visto como un hombre extraño, retraído, con una personalidad esquiva y definitivamente desequilibrada. Huraño, poco sociable. Su familia lo desechó hace poco tiempo separándolo definitivamente de su lado. Sólo Indira, su hermana, lo trata con cariño. Hacía un tiempo se lo veía caminando solo por las calles, como meditando en silencio, con la cabeza agachada muchas veces, otros lo vieron con una altivez que se le salía por los poros y más recientemente lo veían bastante cambiado y muy serio.

El proceso fue corto, la transición fue para muchos imperceptible y a su vez impactante. Llegaron a decir que a lo mejor aquel joven educado y de buena familia que tanto se esperaba de él, había muerto, que había sido raptado por alguna secta satánica, que lo había abducido algún platillo volador por un día y lo había devuelto cambiado, que las drogas habían hecho estragos en él, que eso era la influencia maligna de sus “amiguitos” que eran “mala junta”. Otros dijeron que simplemente ese muchacho educado se había metido a marico.

Un año atrás Julián disfrutaba plenamente su noviazgo con Helena (así con H), una beldad de padres griegos, con una hermosa cabellera y un carácter muy dócil. Ambos se dejaban ver caminando de la mano por parques y plazas conocidos donde sus cercanos pudieran verles, cruzando la ciudad encantados de la vida el uno con la otra.

Helena, una joven toda sonrisas, muy ingenua, pero no tonta, comenzó a notar algo extraño en aquel comportamiento. Julián sólo deseaba realizar juegos extravagantes a la hora del sexo y en muchas oportunidades simplemente disfrutaba de verla alcanzar el orgasmo sin participar él de ninguna manera. Las alarmas se encendieron fuertemente cuando él propuso incluir a Michel (su mejor amigo) en sus juegos, situación ésta que fracturó mortalmente aquella joven relación de 2 años y medio que incluso tenía promesa de casarse en 3 meses.

Helena se limitó a contestar con evasivas hasta que un día tomó la determinación de enfrentarlo y decirle que no, que ella no se permitía ese tipo de actos, que eran pecaminosos y que si seguía con la insistencia dejaría todo hasta ese punto.

Mal hecho.

Él cambió radicalmente con ella, las veces que estaban juntos él solo quería humillarla, le gritaba, la maltrataba con la fuerza de su sexo. Pasó un buen día que por la negativa de ella a acceder a sus juegos maquiavélicos y retorcidos, la golpeó. Allí acabó todo.

Helena, humillada y herida en su interior fue a contarle todo a su familia. Su hermano Adonis rojo de la impotencia gritó de rabia y prometió venganza. Que cómo ese “maricón” le iba a meter a otro tipo en la cama, que qué se creía para golpearla o humillarla, que eso lo pagaría con sangre.

Una noche de copas, después de hacerle un seguimiento por varios locales nocturnos, Adonis puso en marcha su plan con unos amigos: debían entrar en el sitio, socializar para romper el hielo y acercarse a los dos para indagar en qué andaban Michel y Julián esa noche dando vueltas por la ciudad. Hicieron bien su trabajo. Querían persuadirlos de unirse a una súper fiesta que se estaba organizando esa misma noche en un apartamento cercano, que si se animaban podían sumarse al combo. Michel no veía con buenos ojos aquello y declinó, mientras que en medio de su ebriedad, tentado por los desconocidos y pese a la protesta de su amigo, Julián aceptó ir.

Michel no supo nada de Julián por un par de semanas. El lazo que los unía era muy débil, no había un vínculo fuerte que los uniera más que un simple encuentro ocasional, por lo que después de un par de intentos por saber de su suerte aquella noche y sin obtener respuesta, simplemente dejó de preocuparse. Las malas noticias se saben primero. Ya aparecería en cualquier momento.

El encuentro fue frío. Julián parecía cambiado. Era evidente que no había sufrido un accidente. No había huellas de algo parecido ni estaba cojeando, pero aquél no era el mismo de hacía dos semanas. No saludaba a nadie. Sus conocidos encontraron una barrera a la hora de abordarlo. Michel no volvió a salir con él. Decidió abrirse camino.

Su familia, encolerizada por lo sucedido con Helena y por los comentarios que habían surgido a raíz de aquel incidente decidió darle la espalda y echarlo de la casa con todas sus cosas. Era una deshonra tener un hijo así.

Todo aquello provocó que Julián se olvidara por completo de la que había sido su vida hasta aquel entonces, una vida llena de falsedades y mentiras salvavidas. Estaba cansado de vivir aquel infierno, debatiéndose internamente entre vivir su vida como deseaba o vivirla como la deseaban los demás. Se cansó de los comentarios a sus espaldas, de las amistades por conveniencia, de la sociedad hipócrita que se aprovechaba de él, de su educación y de sus capacidades. También estaba cansado de demostrar en el seno de su familia algo que no era. Aquella doble vida sólo lo atormentaba, generando en su cabeza y en todo su ser una explosión que lo llenaba de adrenalina y que había desembocado en aquella retorcida relación que vivió con Helena.

La situación se le fue de las manos. Una repentina libertad hubiese sido suficiente. La sola aceptación de sí mismo unos días antes no hubiesen sido tan traumáticos. No hubiesen desencadenado en su interior ese odio y rabia por la existencia de la vida misma. Odio que comenzó a permear su vida, que invadió todo su ser y que transformó a aquel “muchacho educado” en un ser vacío de sentimiento, de valores, de piedad, de remordimientos.

Cuando Michel lo vio aquel día parado en aquella esquina no pudo creerlo. Estaba más delgado, caminaba erguido, demostrando seguridad y con la frente en alto, con orgullo. Iba a reconocer esa figura donde fuera, había compartido con él muchos momentos de intimidad, esos ojos grandes, esa espalda… Pero ya no era el mismo.

Ahora Julián cobra por sus servicios. En aquella esquina espera a cualquier incauto para subir a su auto y cumplir sus fantasías más retorcidas. Hoy en día es de los que piensa que cualquiera tiene precio.

No hace sino recordar aquella noche cada vez que se detiene en la esquina, buscando reconocer alguno por sus ojos algún día.

Aquella noche había luna llena, el alcohol había hecho mella en sus sentidos y aquellos dos desconocidos de brazos fuertes lo ayudaron a subir al apartamento oscuro. La sorpresa se la llevó adentro cuando vio a tres hombres más en aquella sala que ya casi está borrada de su recuerdo. También había una mujer, pudo sentirlo. Todos cubiertos sólo con pasamontañas en sus cuerpos sudados y desnudos. Lo siguiente que recuerda es que despertó frente a su casa con una terrible sensación de vacío, de dolor físico y espiritual que seguramente no desaparecerá jamás.

Dice que sólo vivirá hasta el último de sus días para vengar aquel suceso que cambió al muchacho educado por este terrible ser a quien él mismo teme a veces. Gastará todas sus energías para hacer exactamente lo mismo de lo que él fue víctima aquella noche de locura y alcohol desmedido cuando fue violado en contra de su voluntad por aquellos cinco hombres y una mujer que se llevaron consigo su dignidad, su pudor… su vida.

Zadir Correa

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